El paciente padecía de una disección aórtica y de una enfermedad pulmonar obstructiva. Los médicos le tenían que operar de urgencia porque podía ser letal. Le administraron la anestesia, pero durante la perforación se produjo un chispazo por el contacto entre los dispositivos de electrocoagulación y la anestesia. Su pecho se incendió y tuvieron que apresurarse para apagar el fuego, ya que la vida de este hombre pendía de un hilo. Los expertos del Congreso de Euroanestesia en Viena explicaron que este tipo de casos no eran aislados y que ya había pasado con otros pacientes. Afortunadamente, los médicos consiguieron apagar las llamas y salvar a este sexagenario sin ninguna lesión: la operación finalizó sin más percances. ¿Te imaginas en una situación así?